lunes, 2 de abril de 2007

El poeta y la boxeadora


Encuentro insólito: Jaime Sabines y Laura Serrano


ALEJANDRO TOLEDO/I

Cuenta la boxeadora:

-Yo, don Jaime, descubrí sus poemas hace apenas tres años. Mi papá era
encargado en una pulquería y llegaba gente que le decía: "Déme tantos litros y
le dejo este cinturón". Y así le iban dejando cosas. En uno de esos
intercambios se quedó con un tomo de poemas en pasta dura, rojo (aún lo
conservo), en el que venía el poema "Los amorosos"... Era una antología de
poesía mexicana preparada por Carlos Monsiváis, que encontré en mi casa.
Tanto me conmovieron esos versos que luego me acostumbré a doblar la
esquina de las hojas en los libros en que encontraba el poema. Esto fue hace
algunos años. Luego busqué la obra reunida, el "Nuevo recuento de poemas",
que me gusta muchísimo.

Escucha el poeta y confiesa a su vez:

-Pues más o menos fue cuando te conocí yo a ti, Laura. Entonces ya te hacían
entrevistas en la televisión y en los periódicos. Fue cuando ibas a pelear por el
campeonato. Sí, lo recuerdo muy bien.

Así, poeta y boxeadora, Jaime Sabines y Laura Serrano, celebran un primer
encuentro. Fuera del cuadrilátero y los libros, round por round, verso a verso,
la charla ocurre.

Recuerda la boxeadora que el jueves 25 de septiembre de 1997 llegó a la
sala Nezahualcóyotl, de la Universidad Nacional, pues quería escuchar al
poeta Jaime Sabines. Encontró las puertas de cristal cerradas, y cientos de
muchachos afuera sin esperanza de poder entrar. Se quedó entonces pegada
al cristal, resignada a seguir los versos del autor de "Horal", "Tarumba" y
"Diario semanario" desde las bocinas que habían instalado en las afueras de la
sala. Mas la puerta se abrió de pronto y alguien dijo:

-Siete personas más.

Y logró pasar.

El poeta también tiene imágenes de esa jornada.

-Me conmovió ver un video de lo que ocurrió afuera de la sala
Nezahualcóyotl porque era una multitud de estudiantes, como si fueran a un
partido de futbol.

Se le acercó Gonzalo Celorio, coordinador de Difusión Cultural de la
UNAM, y le pidió:

-Don Jaime, por favor: dígale usted algunas palabras a los muchachos que
están afuera, tenemos miedo de que vayan a romper las puertas.

Entonces dijo:

-Les agradezco mucho a todos su presencia, y especialmente a los que están
afuera, a los que no alcanzaron a entrar.

Completa Laura Serrano:

-Sí, dijo que aunque no lo vieran, aunque sólo lo escucharan, en realidad no
valía la pena verlo.

-Y eso tranquilizó a todos.

-Y después pidió que prendieran las luces:

-Una vez en Guadalajara me ocurrió que las luces estaban apagadas -relata
Sabines-. Leía yo un poema y la sala se quedaba en silencio; leía otro y lo
mismo... Así leí como cinco poemas, hasta que no aguanté. "Voy a hacer un
breve paréntesis. En primer lugar pido que me enciendan la luz, pues quiero
hablar con gente no con sombras. En segundo lugar creo que ustedes no
están escuchando una ópera sino poemas, y quiero que la comunicación se
establezca entre ustedes y yo. Si a ustedes no les gusta el poema tírenme un
tomatazo, pero si les gusta apláudanme." Se rompió el hielo, pero estuve
como media hora molesto porque no me gustaba ese silencio. El poema debe
provocar una reacción, lo debemos sentir inmediatamente."

De la lectura de poemas se pasa a la historia en los cuadriláteros. Sabines, el
poeta, se interesa, comenta, exclama, interroga...

Dice Laura Serrano:

-Mi presentación a los medios fue cuando iba a pelear contra Christy Martin
en Las Vegas. En esa función participaron Julio César Chávez y Ricardo
Finito López. La gente decía que iba a ser una pelea muy dura para mí,
prácticamente iba como carne de cañón: no tenía peleas profesionales y ella
llevaba treinta con tres nocauts y tres campeonatos mundiales.

-Hijo...

-Era el diablo arriba del ring. Yo tenía confianza en mi preparación, en mi
trabajo...

-¿En tu pegue?

-Fíjese que yo no tengo mucho pegue, tengo más técnica... Y esa niña pega
como hombre, durísimo.

-¿Y sí te alcanzó a dar?

-Hubo un golpe que me conectó en la mandíbula...

-Te pescó...

-...que hasta las piernas se me doblaron. Fue rápido: la abracé, llegó el réferi
y nos separó, y para ese instante ya me había recuperado. Pega durísimo.

-¿Y le ganaste la pelea?

-Se la gané, maestro, pero dieron empate. ¡¿Cómo la estrella iba a perder
con la debutante y, para colmo, mexicana?! En los periódicos me presentaban
como "La mexicanita"...

-Un racismo cabrón...

-Aún así le gané, aunque dieron empate. Fue bueno porque a partir de eso
me clasificaron para poder pelear por un título mundial. No tuve que pelear
con todas las demás porque me enfrenté a la mejor.

-Después de eso peleaste por el campeonato, ¿verdad?

-Sí, en 1995, también en Las Vegas.

-Y ahí sí ganaste.

-Ajá. Fue contra una irlandesa muy alta, delgada, muy fuerte, y de mucha
experiencia: ella tenía catorce combates, y el mío era el segundo. Estuvo muy
difícil esa pelea.

El poeta entrevista a la peleadora.

-Cuéntame, ¿qué te dio por el boxeo?

-Fíjese que no me gustaba...

-Tú ibas a la escuela primaria..

-Sí...

-Y ahí no tenías ni idea de lo que era el boxeo.

-Yo desde los siete años iba a nadar, me encantaba. Lo seguí haciendo
durante la secundaria, la preparatoria y los primeros semestres de la carrera
de Derecho. Pero me ocurrió en la natación que competía y no ganaba, y mi
deseo era estar ganando. Dejé la natación por el futbol soccer, y lo practiqué
tres años. Era muy dura, más que el boxeo: me fracturaron la nariz dos veces,
siempre llegaba cojeando...

-Caídas, golpes, patadas...

-De todo.


Encuentro insólito: Jaime Sabines y Laura Serrano

Y el resto es literatura

©
EL UNIVERSAL
Con veneración en la mirada...

ALEJANDRO TOLEDO/II y última

Continúa la boxeadora el cuento de su descubrimiento con los guantes:

-Pasó esa época del futbol y un día me dijeron unos amigos: "Vamos a
conocer el gimnasio del estadio Olímpico". Acepté. Ibamos al gimnasio de
pesas, que está entrando a la derecha, pero me distraje con el de boxeo que
está a la izquierda. Yo me sorprendí al descubrir a una muchacha güerita,
delgada, bonita, que estaba entrenando. Seguí el entrenamiento de la
muchacha. Hablé con ella, y me explicó por qué le interesaba. "¿Y yo puedo
hacerlo?" "Claro, habla con Toño." "Pero sólo quiero entrenar, nada de
peleas." Y así comencé: no subía al ring, pero me entrenaba como si lo fuera a
hacer. Y ya ve lo que dicen: que no se ama lo que no se conoce. Y empecé a
conocer el boxeo -los nombres de los golpes, cómo pararse- y me gustó.

-Te vas a subir al ring -ordenó un día el entrenador a Laura Serrano.

-No, no me subo. Tengo la nariz fracturada.

-Te vas a subir y no te van a pegar.

Y la subieron con un muchacho para que intercambiara golpes. "Nos
protegimos durante el primer round. No recuerdo en el segundo round qué
golpe le di, y él me lo respondió. Me enojé entonces, pero no hice nada."

-Laura, aunque sea tira un golpe -gritó el entrenador.

Pensó la boxeadora: "Cómo que aunque sea un golpe, ¿cree que no puedo?"
Le dio el golpe y el muchacho se lo regresó. En el tercer round le dio durísimo
y ya no paró. El entrenador se reía. Los que estaban en el gimnasio se
acercaron al cuadrilátero y vieron cómo casi tiraba al compañero.

Se dijo Laura Serrano: "Esto me gusta".

El cuento de la boxeadora es escuchado con atención por Jaime Sabines, el
poeta.

-¿Y a usted le gusta el boxeo, maestro? -pregunta Laura Serrano.

-Sí, mucho. Desde chamaco me gustaba ir a ver las peleas -dice Sabines.

-¿Lo practicó?

-Nunca. Jugué basquetbol, y me gustaba la natación. Nadador sí fui de
chamaco, y muy bueno, pues yo vivía cerca de un río. Me iban a reprobar en
la escuela primaria porque en lugar de irme a las clases me iba derechito al río
Sabinal, que así se llama el río de Tuxtla. La natación era un vicio para mí.

-Tengo una amiga que es admirable como deportista, como todo -comenta
Laura Serrano-. Ella ha cruzado cinco veces el canal de la Mancha, y una lo
hizo de ida y vuelta...

-Híjole...

-Y el año pasado rompió el récord de las veinticuatro horas. Mi amiga se
llama Nora Toledano.

-Sí, recuerdo haberla visto en televisión, ¡chingona vieja!

-Admirable, maestro. Por cierto me dijo que lo saludara. Ella también lo ha
leído y lo admira.

-Si yo la conozco, la estimo, la vi por televisión esa vez que nadó veinticuatro
horas... A mí me encantaba la natación. Y crucé no el canal de la Mancha
pero sí el río Grijalba, que ya son palabras mayores. En la alberca del parque
Madero nadaba tres, cuatro, cinco mil metros, como sin nada. Lo que es la
vida: ahora nado cuarenta metros y ya estoy sacando el bofe.

-¿Qué boxeadores le gustan, maestro?

-Todos los grandes que ha tenido México. En esa época eran Casanova, Kid
Azteca... Y, claro, oíamos por radio las peleas de Henry Amstrong, las
defensas de Joe Louis... Esto cuando yo era chiquito. Siempre me gustó
mucho el boxeo... verlo, claro.

-¿Y le gusta verlo en vivo?

-Sí, de chamaco iba yo a la arena.

Sigue la boxeadora, a la que han llamado "La poeta del ring":

-No me gusta decir que escribo poesía, más bien pongo en el papel lo que
siento... Y le escribí algo, maestro.

Sabines pasea un cigarro de plástico mientras Laura Serrano descubre sus
cuartillas. El explica:

-Cumplí mis bodas de oro con el cigarro: empecé a fumar en 1945 y lo dejé
en 1995.

-Yo no aguanto el cigarro -dice Laura-. Me da náuseas oler el cigarro.

-Y yo no podía vivir sin el cigarro. Fue muy difícil dejarlo, fue un tormento.
Ahora conservo este de plástico, por el vicio de la mano.

Y lee la boxeadora:

"Sabines, sangre, ausencia,

palabra muda, rosa muerta,

destino lento, amargo.

Tu poema está a mi lado

y yo te lo agradezco..."

La lectura ocupa ocho o diez minutos. El poeta toma luego las cuartillas y
sigue el texto línea por línea.

-¿Y le gustó? -pregunta, nerviosa, la boxeadora/poeta.

Sabines responde con un interrogatorio:

-¿Normalmente cómo escribes?, ¿con consonancias, asonancias y todo eso?

-En realidad no sé.

-Entonces escribes de manera natural. Para ser poeta necesitas estudiar. En la
poesía hay dos cosas: el don natural, con el que se nace, y el oficio, que se
aprende. Es como aprender a hacer zapatos.

El poeta aconseja a la boxeadora cómo dar golpes contundentes con los
versos.

-Se ve que tienes oído, pero no has leído nada, no tienes cultura poética. ¿A
qué poetas has leído?

-A Pablo Neruda, Mario Benedetti, Amado Nervo, Rubén Darío, Elías
Nandino...

-Pero es muy escaso. Está bien Darío, pero hay cuarenta poetas
posmodernistas más que no conoces: Luis G. Urbina, Manuel José Othón,
Manuel Acuña... ¿Has leído a Huidobro? Tu cultura es escasa. Te dedicaste a
estudiar leyes pero... Para llegar a ser buen poeta se necesita una gran cultura
literaria, se necesita trabajo, oficio, disciplina. Así como aprendiste a boxear,
así hay que aprender a escribir.

Y el resto, en la conversación, es literatura.


A Jaime Sabines, maestro

Sabines, sangre, ausencia, palabra muda, rosa muerta, destino lento,
amargo: tu poema está a mi lado y yo te lo agradezco, porque sus labios
firmes me susurran mil versos, porque su boca suave me acaricia los senos,
porque sus brazos férreos me arrullan cuando sueño, porque sus piernas
largas me revelan misterios, porque incluso su piel me habla de tus recuentos
y también de otros poemas; donde habitan nostalgias, heridas recias, donde
vive tía Chofi, jorobadita eterna, donde el Mayor Sabines se desvanece y
tiembla, donde Doña Lucita emerge, se aposenta, donde el niño Julito con su
vasta inocencia derrumba soldaditos y adopta otra presencia -esa de amar la
vida y desdeñar la muerte, esa de amar las alas y levantar la frente.

Mi corazón emprende de mi cuerpo a tu verso un primer viaje adonde llevo
rosas, lunas extraordinarias y no llevo equipaje; adonde arrastro triste las
gotas de mi sangre, para beber al fuego este cáliz que arde; para nutrirme el
alma con soles y con aire, con árboles del campo, con nubes y con aves.

Me tienes en tus manos como soy de mi padre; me tienes en tu frente, en tus
rodillas, padre.

Me rindo a tus embrujos, al sabor de tu carne; al olor de tu magia para
invocar las tardes, para parir las noches y trastocar los mares.

Y es la sombra del agua la que roba a mis piernas todas sus humedades; la
que estruja mis muslos y respira en mi sexo los puntos cardinales.

No quiero decir nada, no quiero hablar de tu alma, ni tampoco decirte que
contigo se ama; que la tierra se abre justo cuando tú pasas; que las aves se
asoman también cuando te callas; que las piedras se mueven sólo porque les
hablas y que tus muertos viven porque siempre los llamas.

LAURA SERRANO GARCIA

domingo, 18 de febrero de 2007

Textos recuperados de uperalalma






visítalo, con más imágenes.



Thursday, June 08, 2006

"Que no se les suba": Pepe Morales

De prospectos se va llenando la vida de estos fabricantes de triunfos. “Él sí la va a hacer, éste sí será campeón del mundo”, se convencen alguna mañana ante un jovencito con habilidad, estilo; y trabajan denodadamente, día tras día. Le ven madurar. Esperan

Pedro Díaz G. / I


Una vez su esposa le reclamó: "Oye, ese boxeador parece hijo tuyo; ni a tus hijos los atiendes tanto como a ese muchacho".
Refleja nervios, ansiedad, satisfacción, ilusiones tantas veces compartidas, años transcurridos esta sonrisa que se dibuja en la morena faz de Pepe Morales, una tarde en donde se mezclan el sonido de los golpes sobre peras y costales, y el ronroneo de automóviles en la calzada de Tlalpan: gimnasio Salvador Lutteroth.

...Es por la idea que tiene uno como entrenador, "éste la va a hacer. Éste va a ser campeón del mundo", pensamos al verlos. Y muchas veces uno se desanima. Yo he tenido muchos prospectos, muchos...

Y ahora un campeón del Consejo Mundial de Boxeo, por primera vez en su historia: José Antonio Aguirre, que este viernes defiende el título mínimo. Se entrega a la evocación el manager que regresó de Tailandia con un cetro conseguido a fuerza de tenacidad al vencer al tailandés Mongkol Chareon, allá donde los fallos localistas son una constante, temible. Insospechada. Muchas veces tramas de impotencia.

Entrenan mujeres en los gimnasios de boxeo, en los días que corren. Y hay distracciones, también.

¡Luego platican! ordena el manager a un joven que interrumpe con coquetería a Socorro Torres, la dama sumergida en movimientos de sombra, rectos, jabs... Regresa Morales a la charla, luego de una mirada fugaz, dura, correctiva... Hay algo que siempre he alabado en Toño: que es obediente. Que cumple. Ojalá que no cambie. Yo se lo dije a su regreso del descanso, después del viaje: ahora sí, ya te divertiste, ya cumpliste compromisos. Una vez regresando, le seguimos con redoblado esfuerzo. Ahora, más que antes. Para que dure el sueño. Yo le pido de verdad a Dios que no cambie, que no se le suba la fama ahora que es campeón del mundo.



Cuerdas de mecate

Nació en 1935.

El 2 de enero se disputa la revancha esperada, pero no la saborea Henry Armstrong: el Huracán Jack vuelve a ser derrotado por la gran clase de Babe Arizmendi, quien gana por decisión en 12 rounds, y conquista el título "Mundial, México-California", de peso pluma. Triunfan en las canchas de futbol los once hermanos, del Necaxa. Invictos, goleadores. Crece el pequeño José Morales entre bates de beisbol, canastas de baloncesto... Pero es el boxeo el que le arrebata: "llegué a pelear en el puro suelo, sin lona y sin nada, y las cuerdas eran de mecate. Allá, en mi tierra, cuando cursaba el sexto año de primaria di mis primeros golpes boxísticos. Había otros deportes, como el rey, el beisbol, que se juega mucho. Yo lo practiqué y fui buen pitcher. Jugué futbol y era bravo para pegarle al balón, pero cuando conocí el pugilismo, ah, entonces sí: se me hizo más fácil, por mi temperamento, creo yo".

Transcurre con precisión casi divina cada minuto en el gimnasio Lutteroth, entre fotografías que recuerdan la época de los inicios, y el sudor de decenas que acuden a su cita diaria, convencidos.

Dale vuelta a la pera indica el manager: repitiendo jab, uno dos, vuelta abajo y finta. Alrededor de la pera, sin pegarle...

Y continua, después de una pausa breve. No pierde de vista cada movimiento de sus pupilos.

Me empezó a gustar el boxeo y ahí comencé a pelear, en Tuxpan, y ya después me fui a Ciudad Madero, a Brownsville, a Houston.

Conocía ya desde que eran pequeños, vecinos de barrio, a Alicia Garay, entonces su novia.

Pero un día, la familia entera tuvo que emigrar. Algunos amigos en la colonia Industrial podrían recibirles, y allí fue que mandaron, en comisión, al pequeño adolescente para saber de qué se trataba esa región a la que llamaban La Capital de la República. Vino José Morales al Distrito Federal, se reunió con el amigo recomendado: Luis Rodríguez, y regresó diciendo: "son gente a todo dar, los de esa colonia. Nos va a ir bien".

Era apremiante retirarse de Tuxpan. Los fortísimos huracanes que azotaban la zona por septiembre se temían desde que a principios de los cuarenta hubo una inundación en donde la ciudad terminó prácticamente sumergida por tres semanas, y desde entonces los Morales pensaron en dejar la tierra.

Decidió emigrar don José Morales, su padre. Vendió cocoteros y platanales, patrimonio familiar. Y el destino fue la ciudad de México; transparente, idílica, prometedora.

...Y entonces sucedió algo extraño. Como allá en Tuxpan era un puerto en donde llegaba de todo el mundo cualquier cantidad de productos, se le ocurrió a mi padre traer telas para vender. Telas de todos tipos. Y pusimos lo que en casa llamábamos un cajón: una tienda de casimires y eso. En 5 de Febrero y Regina, antes de llegar a Izazaga. En un local, pues entonces no había ambulantes. Y ahí, en esa calle, existían muchas sastrerías. Muchas. Pusimos el negocio, pegó. Y de ahí salió. De ahí...



Como señorita

Regresan púgil y manager al cotidiano trajinar. Atrás han quedado los homenajes que llevaron a Antonio Aguirre, entre otras cosas, a ser distinguido como ciudadano ejemplar en Cárdenas, Tabasco, donde nació hace ya 24 años. Ahora viene lo bueno, dice José Morales: Yo espero de verdad, y se lo pido a Dios, que Toño siga siendo el mismo de hace unos meses. Que se olvide de las invitaciones. Claro que es muy buena la publicidad, pero no toda la gente obra bien. Ahora es cuando debe poner más atención al gimnasio; más que antes. Si ayer te cuidabas como una señorita, le dije, ahora con mucho más razón. Como una monja, quizás.

Se desplaza lo mismo este hombre alrededor de sus muchachos que entre los pasillos hacia el baño, en donde exprime una jerga, limpia cierta parte de la entrada, atiende a visitantes y atreve, entre inagotables cavilaciones. ...Desgraciadamente uno les da consejos y muchas veces no los oyen. Dicen: no, a mi no me va a ir como a aquel. Y qué bueno, que en principio les interese la comparación, pues les cuenta uno la historia de Chango Casanova, de tantos que tuvieron fama y fortuna y terminaron muy pobres. "Aquel sí, pero yo no", dicen. Y no nos creen, se dicen prevenidos, pero no: les pasa. Se llenan de amigotes y luego andan bien fregados. Hay que acabar con las invitaciones, le dije. Porque distraen. Todo mundo quiere salir en la foto con el campeón, sí; pero ¿a ver?, yo me pregunto: ¿por qué todos esos que tanto le anduvieron trayendo de aquí para allá, no le hicieron la misma bulla cuando era un peleador de seis rounds, o cuando salió campeón del Cinturón de Oro? Ah, porque el campeón luce, es símbolo de éxito, trae dinero... y todos quieren estar a su lado.

Por ello abandonó don Pepe aquella tarde martes 15 de febrero el salón de un hotel capitalino, en donde un grupo de policías festejaba a José Antonio.

...No les beneficia en nada andar presentándose en diversos lugares, fiestas aquí, programas de televisión allá, porque, aunque la publicidad es buena, eso no hace a nadie boxeador. Los saca de su realidad, que es el gimnasio: la dedicación. La entrega.



Comía mejor que yo

Historias de abandono, de traición, de pirateo, son relatos cotidianos entre los interesados por el pugilismo.

"Muchos dejaron o han dejado de ser campeones, por traidores, por gachos, por malagradecidos. Mira una cosa: no sé si seas muy amigo o no del Mago González, pero creo que fue una pendejada haber dejado a Carlos Rosales como manager para la pelea que tenía con Óscar De la Hoya. Había un problema, es cierto, pero yo, con un poquito de inteligencia, dejo a mi manager en su esquina hasta después del combate. Y ahora sí: ya lo derroté, cada quien por su lado. ¡Pero ya le gané!... ¿para qué lo dejo justo frente a la mejor oportunidad de mi vida, donde, por otra parte, había muchísimo dinero? No. Primero consigo mis metas; después ya veremos. Porque no es lo mismo estar escuchando durante cinco años una voz, un tono uniforme en las indicaciones, y luego oír otra cosa. Si hasta ahorita me ha ido bien, ¿qué caso tiene cambiar? Primero se hubiera coronado. Ya luego lo demás.

En ocasión de los regalos navideños, Pepe Morales no sabía qué obsequio dar a uno de sus amigos, que se desenvuelve en otro ámbito, mucho más reservado que el del pugilismo. Decidió por un guante de boxeo, que el hombre tiene sobre su escritorio, en la oficina. Me lo regaló el manager del futuro campeón del mundo solía decir a quien con extrañeza observaba tan inusual objeto.

A su regreso de Tailandia, fue Morales a verle. Ahora sí, ahora puede decirlo. Ya tengo un campeón del mundo. No ha sido fácil. No. Por el contrario. Hay momentos en los que pareciera que todo es en vano.

Su propia experiencia tiene tintes trágicos. De dolor.

...A veces te desanimas. Siempre ha habido desagradecidos, y aunque digan que uno es un chillón y todo eso, es la verdad: no todos los managers somos unos jijos de la fregada. Una vez, empecé con un muchacho de Michoacán, y lo vi yo tan pobrecito que le dije: "vente a mi casa. Y órale, ahí habrá comida y eso..." Al rato, se cambiaba más que yo; comía mejor que yo. Mi esposa pegaba de brincos. Y yo lo defendía, "pues pobre muchachito, míralo", le decía... Bueno, para no hacerlo largo: ¡me robó! Se llevó hasta lo de la renta; una licuadora... Y me dijo Adolfo el Negro Pérez: no lo hagas; me lo recomendó mi esposa. Y ahí voy, tiempo después: uno de Puebla. Igual. Y luego uno del De Efe. Pero sigo. Y qué le haces: si así somos. De confiados. De ilusos. Qué le vamos a hacer.

Julio, 2000







posted by Pedro Díaz G. | 3:35 AM | 0 comments

"Muchos desesperan, se van; yo no..."


En 1961 llevó Pepe Morales a Vicente Saldívar a su primer combate profesional, en Oaxaca. Mucho ha ocurrido en su vida desde entonces; cuatro décadas tuvieron que pasar para tener campeón propio

Pedro Díaz G. /II

A Vicente Saldívar lo conoció José Morales cuando, a su regreso de los Juegos Olímpicos de Roma, entrenaba el zurdo destinado a ser uno de los mejores del orbe, con Pepe Merino, en el gimnasio Margarita.
Hasta allá fueron llevándolo sus pasos, a este José Morales, que se casa muy joven, a los 20, con Alicia Garay, ya en México, y abandona sus ansias de boxeador, pero, siempre cercano al deporte, aprende a vendar a los púgiles, a darles seguimiento, con Pancho Rosales; sigue las indicaciones, asimismo, de Adolfo el Negro Pérez.

Con ellos hace su carrera Saldívar, que deja a Merino. Y viven juntos cada paso; Pepe Morales le acompaña en su debut como profesional, el 18 de febrero de 1961, cuando Baby Palacios cae en el segundo asalto ante la contundencia de Saldívar.

Veintisiete combates después, una tarde de sábado, Pérez, Morales y Vicente se encuentran temprano, detallan, toman un autobús bromean para sacudirse la tensión, como siempre, se alistan y cuando cae la noche están listos para escribir la siguiente intermedia:

El fantasma de Ultiminio

El primer aviso para Ultiminio Ramos es en la propia ceremonia del pesaje... 26 de septiembre de 1964. Una vez más, ha ganado apenas su gran batalla contra la enemiga de siempre: la báscula. Pero está tan debilitado que no puede sostener los guantes con los que esta noche peleará contra Vicente Saldívar. Tres veces caen de sus manos... Pero, además, poco queda de aquel Ultiminio de los primeros meses en México. Ya ríe menos. Quienes le conocen afirman que no se ha recuperado moralmente desde la muerte de Davey Moore.

Este es el Ultiminio que en el ring de El Toreo expondrá hoy la corona mundial de peso pluma. Su rival, Vicente Saldívar, ha tenido un año espléndido, que empezó con la conquista del título nacional febrero 8, nocaut en dos a Juan Ramírez a su primera defensa exitosa abril 8: decisión en 12 sobre Lalo Guerrero, y una victoria sobre el legendario Ismael Laguna primero de junio: decisión en 10, que le dio el derecho de retar al matancero. Es zurdo, sí, pero espectacular; predomina en él el buen boxeo, pero también tiene punch: ha ganado por nocaut 19 de sus 23 peleas dos por puntos y otra por descalificación y, de no ser por una derrota por descalificación, se conservaría invicto... Buen peleador, Vicente... Pero se dice en la plaza, quién sabe si en otros tiempos hubiera tenido oportunidad ante el temible Ultiminio.

El caso es que la pelea es hoy, no en épocas pasadas. Y de sus ventajas saca provecho Vicente. Boxea sobre piernas, eludiendo hábilmente los furiosos ataques de Ultiminio, y es certero en el contragolpe. Round tras round se ve minada la escasa fuerza del antillano. En el noveno es un fantasma. Y cae, a finales del décimo, cuando ya sufre de hemorragias en boca y nariz. Lo pone en pie el espíritu combativo de siempre. Pero apenas inicia el undécimo ya tiene sobre sí a Vicente, quien lo acorrala en una esquina neutral y lo golpea furiosamente, sin respuesta. El réferi Ramón Berumen no decide detener la masacre, hasta que, por fin, el comisionado en turno se apiada y son encendidos los focos rojos: nocaut técnico.

Ya hay nuevo campeón.

Ha muerto una leyenda cubana.

Ha nacido una mexicana...

...Qué días, aquellos repite Morales qué días. Con Saldívar yo era ayudante y el Negro Pérez, el manager. Cuando se coronó me recibí como entrenador y lo que viví fue una felicidad doble, inmensa. Entrañable.



Dólares para todos

“El dinero es para repartirse. Yo no conozco en México un solo manager que no reparta; uno solo que gane el 30 por ciento . Uno no lo conozco: porque no existe. El manager debe pagar ayudantes, gimnasio, aparatos... si alguien se enferma le ayudas para su médico, sus medicinas; luego vienen ‘no tengo para comer’, y les das. Como es tu boxeador tienes que pelearlo, que cuidarlo, que pulirlo, ‘órale, ahí está...’ Muchas veces te quedas tú a medias por darle al peleador.”

De repartir, de eso se trata.

No lo comprendió así Alexis Argüello, nicaragüense, aun antes de ser campeón del mundo en tres ocasiones.

La historia: extrañamente, desde que conquistó el título mundial pluma, Saldívar sólo disputó un par de peleas ambas titulares por año: en 1965 venció a Raúl Rojas nocaut en el 15 y a Howard Winstone decisión; en 1966, a Floy Robertson nocaut en dos y a Mitsunori Seki por puntos... parece que este, de 1967, será un año diferente. Porque empieza temprano: el 29 de enero noquea a Mitsunori Seki séptimo asalto, en la revancha. Después 15 de junio, en Cardiff concede el desquite al galés Winstone y vuelve a derrotarlo por decisión. El 14 de octubre recibe Winstone una tercera oportunidad, ahora en México, y es noqueado en 12 asaltos... Vicente sigue campeón, pero esa misma noche, en el estadio Azteca, inesperadamente anuncia su retiro.

Se escindía el grupo. Inevitablemente.

Pepe Morales, tiempo después: En 1967, cuando Vicente se retiró por primera vez, yo me retiré del Negro . Le comenté entonces a Nacho Beristáin, quien estaba como ayudante de la Chiva Arredondo: “Me voy a ir, agárrate con Pérez porque va a necesitar a alguien”. Y así fue. Entonces Saldívar me dice: “Compadre, porque éramos compadres, no se vaya, yo voy a regresar...” Y le contesté: “No, es que me voy a trabajar por mi cuenta”. Ya tenía apalabrado Laredo, donde me iba yo a ir...

Se fue Pepe Morales. Tres años vivió en la frontera Norte. Pero el destino indicaba Managua.

Vicente se retiró dos años, regresó y volvió a ser campeón, pero cuando ya había tres organismos: le ganó a Jonnhy Famechon en su casa, Australia, pero ya no era el mismo. Dos años le habían pesado mucho, desgraciadamente. Y entonces cuando él iba a pelear en Brasil, contra Eder Jofre, fue cuando me ofrecieron entrenar a Alexis Argüello en Managua. Y Vicente me dijo: “Compadre, pues mejor váyase en lugar de que se quede aquí conmigo”. Porque ya había problemas entre el Negro Pérez y yo pues estaba entrenándolo para llevarlo a Brasil.

Partió Morales a Nicaragua. Y como si la vida de Saldívar y la suya estuvieran entrelazadas por vínculos intangibles, uno, el manager, fue a conseguir un triunfo de su pupilo nicaragüense. Saldívar viajó a Brasil.

Alexis noqueó aquella noche a un púgil de apellido Rodríguez, que no tenía muchas facultades. Lo llevó el Tío Jiménez. Fue en cuatro rounds; ese mismo día Jofre terminó con la carrera de Vicente, en Salvador, Brasil. También en cuatro.

Misión cumplida. Ganó Argüello. Caminaba ya mejor el “Caballero del Ring”, se desplazaba con libertad; elegante, salía en pasos laterales. Triunfaba.

El nicaragüense ha sido considerado uno de los pugilistas más humildes dentro y fuera de los cuadriláteros. Su verdadera grandeza, escriben de él en su país, radicó en esa mezcla de sencillez, decencia y profesionalismo. Nació el 19 de abril de 1952 en Managua. Se inició en el boxeo profesional en 1968. Perdió sólo dos peleas en sus primeros 37 combates, 29 de sus victorias fueron por la vía del nocaut y once de ellas ocurrieron en el primer asalto. Ahí, Pepe Morales. Cuando se firmó la pelea entre Argüello y Ernesto Marcel, por el título mundial, solicitó lo que creyó conveniente. Hasta ese momento su sueldo le era pagado por el gobierno de Anastasio Somoza. Un año llevaba allá, 1973-1974, el manager mexicano. Se presagiaban buenos tiempos. Pero...

Me acerqué a Alexis y le dije: “¿Sabes qué?: ahora vas a pelear por mucho dinero y ya no quiero el sueldo que me das, sino el 10 por ciento ”. Él recibía en ese tiempo la totalidad de su salario. Pues has de cuenta que le eché agua hirviendo, o agua helada: pasaron los días y ya ni siquiera me hablaba... Pues ¡yo me voy!, decidí una noche.

Y volvió. Enseñó el mexicano al púgil nicaragüense, entonces peso gallo, a caminar. Básicamente. Porque Alexis ya era un peleador de 10 asaltos. Después se convirtió en campeón pluma, aunque primero perdió con Marcel en Canadá, se la robaron; posteriormente, con Rubén Púas Olivares, se coronó: Estaba perdiendo, Alexis. Pero era un peleador que pegaba durísimo, y alguien con esa cualidad puede tumbar hasta el final. Y sí, en el treceavo lo tiró. Se paró a fajarse, con el carácter por delante, este Olivares y ahí Argüello se lo acabó.

Alexis sufre su primer revés por decisión el 16 de febrero de 1974 en Panamá frente a Ernesto Marcel, en una pelea donde se discutía el título de los pesos plumas. Gana su primera corona mundial pluma el 23 de noviembre de 1974 ante la leyenda Olivares. Luego defiende este título en cuatro ocasiones entre 1975 y 1976, ganando todas las peleas por la vía rápida.

Volvió a México Pepe Morales.

Hay muchos managers que se desesperan, que se van del boxeo. Yo no. A mí esto me tiene encantado: no lo cambiaría por nada dice, desde el confort de quien ha logrado, tantos años después, alcanzar cada una de sus metas.



No sea iluso

Sucedió en 1905, en el gimnasio Ugartechea, de Tacuba 5: un empresario concertó una pelea boxística, en un local con cabida apenas para 200 personas. En los corrillos del boulevar eran bien conocidos tanto Salvador Esperón, descendiente del emperador Moctezuma II y miembro de acaudalada familia de la alta sociedad, como otro joven llamado Fernando Colín: los dos eran aficionados al boxeo, teniendo cada uno su correspondiente conglomerado de admiradores. Como haber sido pactado un duelo entre dos adversarios enconados, concertado fue el encuentro a trompones refieren las crónicas, el cual tuvo efecto en el salón de Cultura Física Ugartechea. Juan José Tablada fue el entrenador “poético” de Esperón, quien resultó vencido en la demanda, con gran descontento de sus partidarios, que se empeñaban en ponderar la superioridad de puños de su camarada sobre el vencedor.

...Eramos todos muy jóvenes: Adolfo Negro Pérez, Ernesto Gallardo, Toño Aznar y un servidor; y nos íbamos con un profesor a aprenderle los secretos del boxeo: Salvador Esperón. Él le había enseñado a Ramón G. Velázquez. Tenía como 80 años, entonces. Nos recibía, nos veía, y ordenaba: “A ver, Aznar, tírame una buena derecha, fuerte”. Y Toño: “Pero, profesor, lo voy a lastimar”.

No sea iluso, jovencito respondía.

Julio, 2000




posted by Pedro Díaz G. | 3:31 AM | 0 comments

Se emociona uno tanto

Evoca Pepe Morales: Morales: "Una vez, recuerdo, tenía mucha fe, mucho cariño por un muchachito. Tanto, que cuando perdió lloré. Ahí mismo, en el cuadrilátero..."


Pedro Díaz G./ III y última

Atrás quedaron la huerta de plátano, los cocotales.
Obligadamente.

La vida, entonces, se tornó urbana. Mucho tiempo ha transcurrido desde que dejó con la familia entera las raíces en Tuxpan. Se apoderaron los Morales --don José, su padre, doña Juanita Ramos, y sus hermanos Anita y Luis Antonio--, de una ciudad en pleno desarrollo; colaboraron en él.

Ahora, 40 años después, Pepe Morales pasa los días acompañado de sus tres hijos; el rostro se le ha poblado de surcos, es más delgado ya el que antes fuese atlético cuerpo.

--...Ya estoy viejo --se conforta con serenidad.

No lo parece, el buen ánimo inamovible.

--...Pero por lo mismo le digo a Lalo, el menor de mis hijos, al único a quien le atrajo el boxeo: "Ya ni yo con mi edad y tan cansado. Yo sí me levanto temprano; y tú sigues dormidote al mediodía".

Quiso ser peleador Lalo Morales.

Lo fue, en cierto sentido: entrenó, heredó en la práctica algunos de los sabios consejos que tienen hoy a José Antonio Aguirre como campeón mínimo del Consejo Mundial de Boxeo. Disputó algunos combates. Ganó.

Pero también cayó abruptamente una noche en la que su padre, al verlo, decidió: no más. Esto es un deporte, no un juego, le dijo, ciertamente molesto y, entonces, "lo retiré".

Estuvo a la espera del campeón, Lalo Morales en la sala E del aeropuerto, aquel domingo 13 de febrero y dirigió la primera de muchas porras a José Antonio.

--...Le hubiera gustado vivirlo más de cerca --revela don Pepe--, me confesó esa noche, cuando todo acabó: los amigos, los gritos, las felicitaciones, las cámaras, las entrevistas. "Hubiera seguido entrenando", decía y se imaginaba al lado de su amigo, porque sí, se llevan bien, en las calles de Bangkok, siendo su sparring. Se imaginaba, estoy seguro, en el mismo lugar que Toño, con el cinturón en las manos.

Pero no.

No pudo ser.

Perlan cristalinas gotas de sudor los torsos, impregnan camisetas. Hace calor.

--¿Y Lalo?

--Es muy buen boxeador, pero también un huevón, y lo corté, lo retiré. Todas sus peleas las había ganado por nocaut. Nueve. Y dos las perdió así, igual. Pero la última, la más importante: al rival, un sparring de Ricardo López, lo tenía down, dominado totalmente: lo corta, en el primero, en el segundo lo tumba y en el tercero pierde mi hijo. Fue falta de condición; le ganaron por pararse... Y le dije: "no, estás mal. ¿Tú crees que Toño es tonto porque a las cinco o seis de la mañana ya está corriendo?, ¿y tú eres muy fregón porque a las diez todavía estás echado?, noooo, esto es duro. Y es más, yo me siento mal cuando pierdes. Cuando ganas, qué a todo dar, pero cuando pierdes, ahorita, como no eres nadie, presumen: ya le gané al hijo de Pepe Morales , no a Lalo Morales. Así es como sucede". Además, él trabaja en un banco, tiene muy buen puesto, así que le dije "mejor allá quédate, allá no te van a lastimar. Imagínate: ¿qué sentiría yo de que un día te dieran un golpe muy serio, siendo que estoy en esto del boxeo y sé muy bien de lo que se trata?"

Duele. A ambos.

--...Si no te vas a entregar, para qué te metes a un deporte tan riesgoso como este. Le dije: "Mira, si yo que ya estoy viejo y cansado, aún así me voy a dar clases bien tempranito. Y me siento a gusto porque es mi trabajo. Nooo, señor: esto no es para huevones".

"Véte por las tortillas"

--...Te dolía más el trancazo que te dabas en la espalda que el golpe que te daba el rival. De plano. En cambio ahora, nadamás mira, en qué gimnasios los tenemos.

Otea Morales el segundo piso de Viaducto y Xola, gimnasio Lutteroth. A la entrada, una estrella en la puerta anuncia el vestidor del campeón; fotografías diversas. Trofeos, síntesis metálicas del esfuerzo.

--Mira a esta niña: ¿cuándo a una niña la veías hacer sombra? Nunca. Que véte por las tortillas, que pónte a hacer la comida; que ayúdales a tus hermanos... Eso era antes. Ahora no.

Más de una hora permaneció José Antonio Aguirre como testigo incólume de la ceremonia previa a su combate con Chareon. Le acercó una silla su manager, Pepe Morales, para que descansara. Ya bastante largos habían sido los recorridos entre ciudades, consabido truco que utilizan --entre tantos otros--, los promotores para beneficiar al púgil local. Y luego, la pelea.

Supo que era campeón, José Antonio, hasta que el réferi se acercó a él; levantó su mano. Lo felicitó.

Wandee Chor Chareon no había logrado asombrar a los jueces. La gente, al saber la decisión, ovacionó, con cierta reticencia, al nuevo monarca. Fue en los últimos cuatro asaltos cuando el castigo al cuerpo generó ventajas. Chareon se mostraba agotado, ya sólo recibía.

La clave fueron los rounds finales: después del 8 ó 9, el mexicano empieza a golpear abajo, merma la condición física. Acaso falta contundencia, constancia en los golpes al rostro, pero el castigo al cuerpo es aliado en el triunfo.

También tuvo que esperar, para acabar con su angustia, el manager Morales. Y, tras el anuncio: --...Se siente a todo dar escuchar aquello.. Sobre todo con la incertidumbre, el temor... El primer juez, a favor de Toño, el segundo, a favor del otro. ¡Híjole!, y el tercero... para ¡Toño¡ Afortunadamente. Yo espero, de verdad, y se lo pido a Dios: que siga siendo el mismo de hace unas semanas.



Lenta fábrica de triunfos

Cuando José Morales acompañó a Oaxaca a Vicente Saldívar, para debutarlo como profesional, su etapa como peleador había quedado atrás. Sería manager, pensó, pero para comenzar, antes, debía dedicarse a second, ayudante del entrenador --segundo puesto en el escalafón--. Así, conoció al manager Pancho Rosales y al entrenador Adolfo Negro Pérez. Y a trabajar.

Cuatro décadas pasaron. Cuatro. --...Por eso me molesta cuando hablo de las traiciones que se suceden en el boxeo. Porque una cosa es lo teórico y otra lo práctico: no cualquier güey va a venir a enseñar, y, lo peor, es que muchos lo hacen: por eso ahora no hay tantos chiquillos en los gimnasios, como antes, porque los malos managers conllevan a la crisis del boxeo: no hay tantos boxeadores como debería de haber. Un muchachito que ya peleó ocho rounds, ya sabe de qué se trata. O cree que lo sabe y de pronto se cambia de manager. Qué sucede, es como cuando te cambias de escuela: llegas a sexto año, pero ¿dónde haces la preparatoria, dónde la carrera profesional? Definitivamente, el muchacho, muchas veces, la riega.

De las envidias entre mismos compañeros, también habla José Morales.

--Cuando regresé de Managua, iba yo a entrenar aquí, en México, a otro peleador que era campeón del mundo: pero hubo tantos problemas como desgraciadamente en nuestro ambiente los hay: mucha gente que en lugar de ayudar, desayuda. Una persona le dijo a ese campeón del mundo, "¿tú para qué quieres un entrenador?, ya con que te den diez y tiempo , ya con eso es suficiente... y no tienes que pagar mucho dinero; a mi págame eso, y yo te ayudo..." y entonces el campeón ya no quiso aceptarme. Y en la primera pelea que tuvo, en Mérida, le quitaron el campeonato. ¿Verdad que es algo que no se debe hacer?



¡Y se caían!

El pugilismo es cuestión de personalidad, de estrategia, de aprendizaje, de técnica. Muchos, muchísimos me dirán que no pero a mí nunca me enseñaron el gancho al hígado; y ahora los jóvenes saben tirarlo desde amateur. Antes no. Ayer el peleador que jabeaba bien, que era vivo, tenía ya una gran cosa, porque todos eran fajadores. O sea que Kid Azteca tiraba buen gancho al hígado, pero más por instinto. Ahora que lo veo tengo la seguridad de que su gancho izquierdo era defectuoso, ¡pero lo pegaba y se caían! En estos días, el ejercicio de los boxeadores es mucho mayor. Ahora son más técnicos y más preparados, pero una cosa muy importante, en contra: hay más libertinaje que antes. No había tantas drogas, tantos excesos. Entonces se cuidaban más.

Imaginemos. ¿Tú viste pelear a Cassius Clay? ¿o a Muhamed Alí?, porque fueron muy distintos. Dime, para qué le hubiera servido Mike Tyson a Cassius Clay... ¡Para nada!, ¡para nada!.. Todo va cambiando. Mira qué costales. Antes había unas perotas. Y entonces habiendo costales aunque no hubiera peras. Los rings... yo llegué a pelear en el puro suelo, sin lona y sin nada, y las cuerdas eran de mecate. De veras. Y mira nomás qué bonito tienen las niñas aquí...



Ahí, a la orilla del ring

Tuvo dos campeones mundiales en el pasado, Pepe Morales: Isidro Pérez y Mauricio Aceves, ambos en la OMB.

Pero es hasta ahora que puede disfrutar de estos momentos, con un monarca del Consejo.

--...Se emociona uno tanto. Quiere uno tanto a un boxeador. Piensa uno: éste sí llega a la cúspide. Híjole, un día sentí bien gacho: con Juanito Ramírez. Fue campeón nacional de peso pluma: un muchachito muy fuerte, parecía un pesista, un luchador. Entrenaba en Zaragoza, en el gimnasio Las Américas, hace ya muchos años. Y ahí Salvador Banda, un peleador que teníamos, le ganó. Y entonces se picó y se vino con nosotros y ya entrenaba bien bien. Bien. Era fuerte, muy fuerte: veloz, rápido. Ya boxeaba, unos conejotes que tenía, y se hizo campeón nacional, y después peleó con Eduardo Guerrero, y que lo noquean. No me acuerdo si en seis o siete rounds. Y sentí horrible. Lloré. De verdad, ahí mismo, en el cuadrilátero, lloré...

Pero la vida da dos oportunidades. En ocasiones: --Después, se cuidó tanto que regresamos al año y recuperó el campeonato. Se lo dejó, más tarde, al propio Vicente Saldívar (4 de febrero de 1964: nocaut en dos sobre Ramírez. Vicente defiende el título nacional ante el mismo Guerrero, con éxito, vence a Ismael Laguna, en Tijuana y se apresta para enfrentar a Ultiminio Ramos. Será campeón del mundo).

Morales: --...Fíjate cuántos años tengo en esto y sigo viendo que muchos se desaniman. Yo no. A mí me gusta tanto el boxeo que siempre me verás trabajando aquí, y ahora hasta entrenando a niñitas. Y a mis discípulos, a los que preparo como si fueran boxeadores. Y los pongo a boxear, también... Una dama de ellas, una mujer preciosa, la esposa de uno de los muchachos que entreno, pero de verdad muy bonita, muy delicadita, una dama de sociedad, dice que le gusta más el boxeo que los aeróbics y a mí nomás me gana la risa: increíble, ¿no?

Es noche. De a poco se vacía el gimnasio entre ronroneo de automóviles que devoran la avenida. Prepara su salida el manager. Diseña ya el nuevo amanecer.

"Me casé a los 20. Por eso no me dedique mucho a boxear. Tenía responsabilidades y a veces el deporte no te dejaba el dinero suficiente. Yo admiro a Toño porque tiene 23 años y es solterito. No, yo tuve desde entonces la responsabilidad a cuestas: los niños, la familia, la esposa. El es muy centrado, muy tranquilo, muy calmadito..."

Es su campeón. Y José Morales, hombre de negro bigote, perseverante, quien le enseñó a serlo.

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Sunday, June 04, 2006

Difícil, la abolición del boxeo




Pedro Díaz G.

El periodista y escritor hace un recuento: "Tuvimos dos noches desafortunadas en abril: dos funciones con un saldo negativo: un muerto Ahamad Popal y una mujer Patricia Develerez en estado de coma. Esto es muy lamentable pues ya se escuchan nuevamente las voces que piden abolir el boxeo. No creo que esto suceda. Será difícil. Mi confianza radica en que la petición del Ministro de Salud no ha tenido una buena respuesta en las federaciones. En Australia hemos intentado establecer las reglas del CMB para todo tipo de funciones. Tenemos que disminuir todos los riesgos".
Es en Melbourne donde repiquetea el teléfono, no más de cuatro veces, antes de la hora de comer. Frank Quill se prepara para ir a casa y volver pronto a la oficina, en donde labora como representante del Consejo Mundial de Boxeo en Australia: dos funciones inapropiadas tienen a su actividad, el boxeo, en análisis para determinar su probable prohibición: el ministro de Salud, Michael Woolbridge ha enviado comunicados a seis de los estados de la federación australiana para recomendar la abolición.

Levanta el auricular, Frank Quill y la voz al teléfono le escucha a 15 mil kilómetros de distancia. Defiende desde la primera palabra Quill a su deporte: Hemos tenido un abril de muy mala suerte: al principio murió uno de nuestros jóvenes, hace dos semanas, en una función femenil, Patricia Devellerez sufrió una lesión que la tiene en estado de coma. Esto es muy lamentable, pero se escuchan nuevamente las voces que piden la abolición del boxeo. No creo que suceda.

Periodista y escritor, Quill es además, uno de los secretarios del organismo y tiene publicado, junto al ex campeón mundial e ídolo de su país, Johnny Famechon, el libro de boxeo titulado: "El método".

Mi confianza radica en que su petición no ha tenido una buena respuesta. Nosotros, la gente del boxeo, nos estamos reuniendo para la defensa de nuestro deporte con argumentos como el cuidado de los peleadores. Por ejemplo, en nuestro país se ha puesto en marcha un análisis de sangre que puede determinar si el boxeador está propenso a una lesión cerebral. Cuidar a nuestros jóvenes es lo que se intenta: tratamos de que las reglas que ha adoptado el Consejo Mundial se utilicen en la mayoría de las funciones de boxeo que se realizan en Australia. Hace unos días, Michael Wooldridge, el ministro de Salud anunció su postura de que el boxeo no va más, en Australia. "Es peligroso y degradante", dijo.

La polémica se eleva tras la incursión de las mujeres en el pugilismo. Wooldridge considera que él, al igual que mucha gente, tiene un concepto del boxeo como algo desagradable y ahora que las mujeres pueden subirse a un ring, el boxeo se hace aún más morboso. El ministro escribió a las autoridades de los estados australianos para exigir más seguridad en los cuadriláteros.

Apenas ayer mister Wooldridge envió comunicados a cada comisión en las federaciones y aún no recibe respuesta. No puedo creer a qué grado ha crecido la polémica. Nosotros lucharemos porque no se prohiba su práctica. Como representante del Consejo Mundial en Australia le daré la bienvenida a todas las recomendaciones que nos dé el ministerio de Salud y aceptaremos sus condiciones, pero trabajaremos juntos porque haya más seguridad y protección para todos los peleadores.

Qué consecuencias podría traer para los jóvenes aspirantes el que se hable de un deporte "denigrante y peligroso" No sé a qué grado podría afectar, pero el boxeo es un deporte de riesgo, y eso todos lo saben. Como muchos otros. E inclusive hay actividades en donde estadísticamente hay más lesiones que en otros. Deportes en los que sus practicantes son seriamente dañados. Creo que ninguna información debe quitar la atención de los jóvenes boxeadores. Disminuir los riesgos. Trabajar con más seguridad, con más salud. Si la gente que trabaja con los peleadores tuviese el cuidado de hacer del boxeo algo más cuidadoso... Nosotros tratamos de que las reglas que ha impuesto el Consejo Mundial para sus peleas de título sean aprovechados y se utilicen en cada función. Debemos unirnos las autoridades de salud y los responsables del boxeo para hacerlo lo más seguro posible.



* * * * *

BRISBANE. Zoe Norford deja la esquina roja, hace chocar sus guantes, va a la guerra. Se instala en el centro del ring y comienza a disparar los jabs, ojos enfocados en su rival. Intenta defender el título infantil del campeonato nacional de la Liga Amateur Australiana de Boxeo, que ganó el año pasado. Pero esos mismos golpes también la instalaron junto con otras chicas en el medio de una polémica entre médicos y defensores de este deporte y las libertades personales: porque Zoe Norford tiene 11 años. Es una nena. Y gusta del boxeo.

Esta polémica es ridícula. Las niñas quieren hacerlo y si no se lastiman está bien afirmó Kerri Norford, mamá de Zoe. Los chicos se pueden lastimar más jugando al futbol.

A comienzos de abril Ahamad Popal, de Queensland, murió en el cuadrilátero y otra mujer australiana, Patricia Develerez, quedó en coma tras un combate en Nueva Zelanda.

Como medida de seguridad, las jóvenes boxeadoras llevan cabezal, un protector en el pecho y una especie de concha para protegerse de los golpes bajos. Además utilizan guantes más acolchonados que los hombres; los rounds, más cortos.

"Una prohibición sería simplemente otro ataque contra las libertades personales aseguró Allan Nicolson, responsable de la Asociación de Boxeadores Aficionados de Queensland. Si se permite boxear a los chicos ¿por qué no también a las chicas?



* * * *

"Si logramos -repite 15 mil kilómetros distante Frank Quill que las reglas de seguridad del CMB protejan a todos los peleadores, no tendremos más problemas. Con esta experiencia, se han estado introduciendo, vía la federación australiana de boxeo, las formas de seguridad que tenemos como modelo en el Consejo. La comisión de Victoria puso en marcha lo último en análisis médicos: pruebas de sangre que determinan si un púgil puede o no ser propenso a una lesión cerebral. Somos los únicos, los primeros en el mundo...


Mayo, 2001






posted by Pedro Díaz G. | 11:28 AM | 0 comments
Monday, May 29, 2006

Será de nocaut


De nueva cuenta dos púgiles mexicanos se disputan la mejor posición en el mercado de valores. Con ligera ventaja parte favorito Erik Morales sobre Marco Antonio Barrrera


Pedro Díaz G.

Dos mexicanos por la supremacía.

Este 19 de febrero Erik Morales y Marco Antonio Barrrera tendrán por fín la pelea que tanto han esperado: la que defina cuál de los dos es el mejor supergallo del planeta.

--...¡Será de nocaut! --atreve el manager Lupe Serrano.

--El combate será muy fuerte, pero yo le veo cierta ventaja a Erik Morales --declara, por su parte, el manager y presidente de la agrupación de managers Gruma, Enrique Hernández.

Como las funciones que antaño llamaron la atención de otras generaciones --aquellos encuentros entre Carlos Zárate y Alfonso Zamora; o, después, Rubén Olivares y Chucho Castillo--, el enfrentamiento que se realizará en Las Vegas presupone una épica batalla.

--Me tiene miedo --solía decir Marco Barrera ante la oposibilidad de enfrenatrse a Erik.

--Pide mucho dinero --respondía el púgil de Tijuana, campeón mundial por el Consejo--; además, el que estrá rehuyendo el combate es él. Quiere un millón de dólares...

Finalmente las partes cedieron y el combate pactado está. ¿Qué pasará?

Hernández:

--Creo que será un combate muy interseante, como los que se han dado en diferentes epocas. Es una pelea natural entre los dos mejores supergallos en el mundo pero creo que Erik tiene cierta ventaja, por su estatura, por su calidad y por una circunstancia espevial: el haberse enfrentado a más retadores y de mayor calibre que su rival. Esas defensas y esos resultados le servirán de experiencia, le darán, sin duda, la seguridad necesaria para ganar.

Habrá también que hablar de méritos, pues en el sector disciplina ambos púgiles marchan a la vanguardia.

--Sí, en ese sentido tiene más méritos Erik Morales, pues su cinturón, el verde del Consejo Mundial, es mucho más complicado conseguirlo. Erik lo ganó ante un gran campeón, Daniel Zaragoza; en cambio, el título de la OMB de Barrera es, digamos, de más fácil acceso. Además cuentan mucho también las defensas que ha hecho Morales. Siempre con retadores de primera línea.

Lupe Serrano comenta:

--Sinceramente la pelea es dura para los dos; pero yo pienso que el que va a ganar será Morales, proque tiene una pegada superior a la de Barrera. No pienso que él aguante el tren de pelea de Erik que, además, tiene una mano derecha que es una centella. Barrera maneja muy bien su gancho izquierdo, abajo y arriba, pero considero que será insuficiente.

Hernández:

--Erik ha ido creciendo. Es un muchacho disciplinado y eso, en el boxeo, es lo primero. Técnicamente estoy a a favor de Erik.

Serrano:

--Expectación por dos mexicanos, la hay. Y por supuesto que hay que reconocer que Barrera es muy buen peleador, pero la época, el mejor momento, es decir, el apogeo es, en este momento, de Morales. Es un chico entregado a su deporte. Con disciplina, que es la base principal. Lo que sí hay que reconocerle a este muchacho Morales, es la gente que lo maneja. Lo está llevando muy bien. Lo proyecta en todo el mundo y sin duda con Bob Arum llegará a grandes alturas pues ese promotor y Don King son lo mejor que hay para los peleadores en el mundo.

Trabajan sin descanso lo managers.

Enrique Hernández lo hace en el Gimnasio Latinoamericano, en Fray Servando y Circunvalación. Este sábado tiene a uno de sus prospectos como integrante de la semifinal en la arena Coliseo: Javier Torres se enfrenta a Jorge Godinez en peso mosca a diez asaltos --en la función que encabezan Agustín Luna y Paulino Villalobos--, pero su prioridad está en los puños de Gabriel Mira, un peleador con elq ue tiene ya varios años trabajando y muchas esperanzas de futuro. Entre ellas, el que este año pudiese disputar el título mosca del CMB.

Lupe Serrano, quien a enfrentado a sus pupilos ante Barrera y Morales, concluye:

--Será muy interesante. Pero de algo estoy seguro: es una pelea de nocaut. Y no dura arriba de los ocho asaltos...
posted by Pedro Díaz G. | 9:37 AM | 0 comments
Sunday, May 28, 2006

“Ya no parecemos grúas...”


Muchas cosas se suceden en torno al deporte del boxeo que, sin duda, más huella física deja en sus practicantes: y son, qué ironía, los que menos de él obtienen
Pedro Díaz G./ Enviado

Sydney.- De seis, cinco.
Con serenidad responde Vicente Borrego Torres.
--...Nadie creía en nosotros. Sólo los que estábamos, día a día, trabajando juntos.
Hijo de Vicente Torres --también apodado Borrego y cuya historia inició allá, en los Baños Avenida, en donde pasó sus días compitiendo con el resto de los managers, como Pancho Rosales; no tuvo, sin embargo, un buen peleador que le sacase del casi doloroso anonimato--, el entrenador de la selección nacional de boxeo, hace un análisis de la actuación en Sydney. Relato de injusticias, malos tratos. Desdén, de pronto, hacia el deporte.
--Tienen mis niños las becas más pequeñas de toda la delegación. Y ya ves: cinco de seis.
Conforta Borrego Torres a Daniel Ponce de León: “tú diste una gran lección de lo que debe hacerse en un combate así, peleando contra el mejor del mundo al tú por tú”; mesa el lacio cabello del pupilo que regresa a México hacia un futuro incierto. Agrega, fijando la vista ante la insistencia del reportero, que ha preguntado a cuánto ascienden los apoyos económicos.
--...Se hizo un estudio y yo lo único que les dije es que quería que el boxeador ganara más que ninguno, por ser el dpeorte que más daño físico sufre. Porque cualquiera corre, cualquiera salta. Pero no cualquiera se sube a romper el alma a un cuadrilátero.
--Y por justicia, don Vicente: es la disciplina que más medallas ha conseguido en nuestra historia de nuestro deporte.
--Claro. Pero no ha habido un dirigente que sepa pelearlo. ¿Me entiendes? Es el dirgente el que debía salir a luchar por los boxeadores...
--Ricardo Contreras...
--Un buen federativo, eso es lo que necesitamos. Que le haga entender a la gente que maneja el dinero. Tú como presiente tienes la obligación de buscar recursos y que el deporte esté bien; aquí no: el boxeo es el más pateado de toda la historia; y, ¿en México?, que ha sido el de más logros...
De seis, cinco.
Vicente Torres, volvió –luego de una década de no haber estado ahí— al frente de los púgiles olímpicos, en febrero de 1997. Trabajó con un grupo de pequeños, los de hoy, como con otro grupo de pequeños trabajaba hacia el futuro. El nuevo grupo, los que vendrían, se ha desintegrado.
Y los jueces...
--¿Es que en el boxeo ayudan a sus figuras?
--Siempre. Ya ves a Liborio cuántas veces le pasó con Maikros Romero, el cubano: arriba del ring manda el mexicano sobre el campeón olímpico, pero las decisiones se van para el otro lado.
¿Le sorprende, lo que han hecho sus muchachos?
--No. yo lo dije al salir: no llevo un equipo sobrado; llevo un equipo competitivo que ya se da con cualquiera. Ganando o perdiendo. Se podrá ir para un lado o para otro el resultado, como con Daniel Ponde de León, que trajo arrugado al campeón del mundo, pero ya tienen con qué darla. Antes salías, te tocaban y pa´l suelo. Ya parecía uno grúa andar jalando gente del piso. Y pasar a la segunda ronda ya era un triunfo. Y tú ve ahora la presencia que está mostrando el equipo de México en el ring. Joven. Yo se los idje desde allá: cualquiera que nos toque es duro, pero también cualquiera de los míos que les toque al resto; pregúntale al ucraniano si le hustaría volverse a enfrentar a Ponce.
--¿Y el nuevo grupo, profesor?
--No, pues ya se fueron. Desanimados se fueron a su casa; teníamos gente que podía ir al Mundial. No los van a mandar y desilusionados regresaron. Ahorita teníamos gente que, como Raúl Castañeda, lleva tres mundiales junior: uno subcampeón y dos oros. Y se va todo apachurrado, el pobre, que es de La Paz...
--Qué desánimo, profesor...
--...Pues, ¿cómo no te va a desanimar. A mí y a ellos; este chico se me acercó y me dijo: “ya vio, profe, tantos años de estar aquí entrenando. Ya ve que a Liborio le comenzaba a dar, me mandan a mi casa de regreso”...
De los cambios en el torneo habla este hombre a quien polémico le dicen sus autoridades deportivas:
--No sé a quién se le ocurren tantas cosas. Si en el boxeo ya todo está inventado. Primero hicieron cinco asaltos de dos minutos, cuando eran tres de tres. O sea: aumentaron de nueve a diez minutos cada pelea. Y vieron que los mundiales eran kilómetricos. Y dijeron ya no... Que tienen que subir sin orejeras, y luego de nuevo se retractaron. Hubo un tiempo en que los mayores tenían cinco rounds y los juveniles tres de tres, y era un relajo porque tenías que rediseñar, cambiar todos los programas de entrenamiento. Ahora se uniformó: cuatro de dos. Inventan lo ya inventado. El boxeo se tiene que ir corrigiendo conforme la efectividad: no ves que ahora paran por 15 puntos de diferencia... Y se ve horrible que desde una mesa te detengan el combate. Antes el réferi decía que el boxeador tenía superioridad manifiesta después de doce golpes, y eso se usaba desde años ancestrales. Se ve más feo que la pares de la mesa: porque no ves la pelea sino la computadora. Creo que falta gente con conocimiento. En los altos mandos, en nuestro país...
--Daniel Ponce, profesor... ¿Se va del amateur?
--Eso es cosa personal. Ellos ven que los años se van. Ojalá se pudieran quedar, porque están muy chavitos. Eso les serviría mucho... Mucho. De seis, cinco. No está mal.
--¿Te vas, Daniel?
Responde, nada cabizbajo, el único mexicano derrotado de primera ronda:
--No lo sé; sólo Dios sabe...
posted by Pedro Díaz G. | 8:07 PM | 0 comments


La costosa fama


A pesar de haber terminado con cuatro cortes en el rostro, por algunos cabezazos y la potente mano derecha de Rosendo Alvarez, Ricardo López se convirtió en doble campeón por decisión dividida.

Pedro Díaz G. /Enviado


LAS VEGAS, 13 de noviembre.- Ahí está, sentado y con la cara hinchada y sangrante. No habla. Solloza. Apenas se mueve. Recibe las felicitaciones, los regalos, los besos en la mano, los abrazos de su padre y cada aplauso en este, el vestidor del ahora doble campeón mundial.
Ricardo López confía: “Yo sé que mañana me van a regañar todos. Porque no quise ir tras Saman Sorjaturong y sí en cambio deseaba a Rosendo. Me la debía. Me dijeron, además, que boxeara más, que guardara la distancia, que me cuidara. No hice caso. Lo que yo quería era sentir la metralla. Y a eso salí: a batirme. Nadie puede imaginar lo que han sido las últimas horas en mi vida: todos me regañaban, ya no sabía ni qué hacer. La pelea peligraba y lo decidí: tomé el riesgo. Sí, me duele. Pero más que el cinturón, lo que me tiene feliz es haberlo vencido...”
Nadie le acerca un espejo.
--¿Cómo estoy?
--Bien. Están aparatosas pero no son nada; pronto sanarás... –le susurran, casi al oído, sus colaboradores.
--Con esto has pasado a la historia. Esta pelea culmina una parte de tu gran trayectoria en el boxeo mundial –grita en cambio Sulaimán--. Y eso sí. Nunca más en peso paja.
--Nunca más, don José. Gracias.
Vuelve a sumirse en ese letargo prolongado, cierra los ojos. Medita. Pómulos y cejas abiertas, reza.
--Extraño este Finito –vocifera Don King, entre risas--. Se persigna ante Dios, pelea como Diablo y manda a sus rivales al purgatorio.
Es campeón, sí, por duplicado. Pero en su rostro se lee: ha pagado el precio.
XXXXXXXXX
Desde el primer asalto Ricardo López sale con la convicción de golpearse y pelea de frente a pesar de los fuertes golpes de Rosendo Alvarez y las advertencias de su esquina. Domina Ricardo sin problemas con envíos al dos por uno. Así, hasta el tercer asalto. Pero a partir del cuarto, la diferencia de peso se comienza a notar. Calculo aproximado: seis kilos, seis kilos y medio de diferencia. Los pocos golpes que conecta Rosendo, por lo mismo, son durísimos y comienzan a destrozar la piel del campeón. Vendrá un corte, el primero, por cabezazo en el quinto asalto.
No hubo ni advertencia ni sanción para Alvarez, quien, aun sin gran técnica se ve fuerte, lo está. La cara del mexicano sufre los estragos. Y la inflamación continúa deteriorando los pómulos hasta abrirse en los asaltos siguientes hasta que, con golpe de derecha a la ceja izquierda, en el noveno, Rosendo corta nuevamente y inicia un feroz ataque.
En el décimo asalto Ricardo sale a descansar. Baja la guardia, junta los codos, cubre las zonas blandas, y trata de escabullirse de los golpes pero no lo logra: el nicaragüense aprovecha y con potentes combinaciones lo atrapa en la esquina. Destellos de peligro. Aulla la tribuna. Un centroamericano de nítido humor negro y evidente insensibilidad grita a su compatriota: ¡pégale con la fuerza de Mitch!
Rosendo Alvarez, lo sabe: la parte final del combate es su oportunidad cuando las acciones se han emparejado: dos asaltos al ritmo del décimo y Rosendo podría vencer, pero el mexicano “con puro pinche corazón”, dirá más tarde, sale a repartir golpes; los recibe. Su cuerpo todo es una entintada masa sanguinolenta. El doctor habla con Richard Stelle y el réferi está atento: peligra el combate. Entran los golpes de Ricardo, precisos, certeros, pero sin fuerza. La diferencia es evidente. “Termina y la pelea es tuya”, le advierte su manager, Ignacio Beristáin. “Cuida tu distancia”. No lo hace, y es el último asalto un ritual de emociones conjuntas: gritan aficionados de ambas naciones. Pelean entre ellos; manotean. Es mejor el estilo como mejor también es la técnica del Finito. Suena la campana. Inicia un largo alarido y al que sigue la ovación.
Aún cuando fue dominado en los últimos tres asaltos, Ricardo no dejó de tirar golpes. Eso le dio el triunfo.
Las puntuaciones: 113-115 Rosendo; 116-112 y 116-114, para Ricardo
“No hay duda: la propondremos en el CMB como la pelea del año”, dice José Sulaimán.
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No protesta ni Rosendo Alvarez ni su equipo.
--Ha sido una muy buena pelea ante un gran campeón --dice--. Me tiene muy satisfecho haber podido brindar este espectáculo, pero no pierdo la esperanza de ganarle: iré ahora por el campeonato OMB (que obtuvo Ricardo en 1997 al vencer a Nene Sánchez, pero lo desechó) y pienso que en el futuro volveremos a vernos.
Se van los peleadores.
Algunos quedan aún sentados en las butacas del teatro del hotel casino y aplauden. Levanta el brazo Finito mientras, lentes oscuros, se escabulle, adolorido, devastado, en busca de lo que vendrá: una nueva etapa en la categoría minimosca.
Dice antes de partir:
--...Nomás sigo rompiendo récords. En poco tiempo voy a cumplir 14 años invicto. Y eso nadie lo ha logrado jamás. Nadie.
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“Nos vimos obligados”: Sulaimán


Demasiados buenos detalles para Rosendo, quien de nuevo no dio el peso

Pedro Díaz G./ Enviado

Las Vegas, 13 de noviembre.- ¿Se hace o no se hace?
La pregunta se repetía una y otra vez.
Fue difícil la noche y no se llegó a ningún acuerdo; la realización de la pelea se decidió no a la una y media de la tarde, como se había anunciado, sino más de una hora después.
Las anomalías de este combate han sido muchas.
Rosendo Alvarez, quien no dio el peso en la ceremonia oficial, y no intentó darlo después (“porque se me cerró el cerebro y ya no supe qué hacer; una báscula que teníamos en el cuarto nos traicionó pues no estaba bien nivelada”), recibió, sin embargo, una suerte de posibilidades que sonaban como un premio a la irresponsabilidad.
--Nos vimos obligados a aceptarlo –dice el presidente del Consejo, José Sulaimán--, pues estaban en juego muchas cosas: la bolsa, tantísima gente involucrada en la función: televisoras, aficionados, empresas promotoras. Pero ahora me siento más orgulloso que nunca de Ricardo, porque demostró que es un profesional. Que él vino a pelear y no a otra cosa... Y estoy feliz porque el Consejo no tuvo problemas; los que fallaron fueron los de la AMB. Nuestro campeón fue totalmente responsable. Y fue él, además, quien salvó la función.
La salvó. Cierto.
Pero a qué costo.
Ricardo López, en determinado momento de la discusión, fue inclusive amenazado por la Comisión Atlética de Nevada, en palabras de su director ejecutivo, Mark Ratner, con suspenderlo un año de toda actividad boxística en Las Vegas, en caso de no aceptar la pelea.
--...Cosa que no hubiésemos permitido de manera alguna –aclara el presidente del Consejo Mundial--. Porque Ricardo cumplió.
--Pero es él quien ha sido presionado para aceptar el combate aun cuando el villano de la historia es su rival.
--Tanto como presionado, no. Ricardo durmió bien, comió bien. Eso sí: nunca lo había yo visto tan demacrado al subir a la báscula. Le voy a aconsejar que, pase lo que pase, no vuelva a pelear jamás en peso paja.
Y es que en esta ocasión los extremos han sido graves. Rosendo, en una actitud que no corresponde a un campeón mundial, se sobrepasó con tres y media libras (“diferencia que no había visto sino en pesos welters, comenta Carlos Avilas, jefe de relaciones públicas del Great Western Forum, de Los Angeles). Ricardo, acaso excedido por su manager, Ignacio Beristáin, subió con libra y media menos que el peso oficial. Cadavérico.
--Ricardo está muy flaco, don Nacho.
--No, no. El está bien. Su entrenamiento ha sido el óptimo....
Sin embargo, casi cinco libras de diferencia, son muchas.
Por eso:
La desventaja en peso era lo que reclamó, en todo momento, don Magdaleno López, padre del campeón, y a quien Ricardo obedece sin reclamo. “Si él dice que peleo, lo hago; si no... No”
Dijo don Magdaleno no en un paternal arranque de responsabilidad y preocupación y era él obstáculo a vencer. Se le hablaba de razones económicas. De pérdidas millonarias, de afectación masiva. Titubeaba.
Le convencieron. Dice:
“Fueron muchas cosas las que se discutieron, y muchas horas hasta las dos de la mañana de ayer, cuando Ricardo por fin se fue a dormir, pero ya se decidió que se realice la pelea. Yo estoy inconforme. Y muy molesto, porque Rosendo Alvarez no tuvo ni siquiera la intención de bajar el sobrepeso. Le deberían aplicar una multa. Actúa como si nada le importara. Y mi muchacho expone mucho. Sí. Pero la pelea se hace...”
Fue hasta esta mañana que las cosas comenzaron a arreglarse gracias a la presencia del promotor del peinado estrafalario y la vozarrona estridente: Don King. Hasta que él llegó, el panorama fue aclarándose.
--¿Fue determinante la presencia de King para que esto llegase a buen término?
--Sí, sin duda --responde Sulaimán.
La llegada del promotor despertó los instintos protectores de los enormes guardias de seguridad del hotel, que le siguieron a cada paso hasta la arena (el Teatro del Hilton), en donde, con dirigentes deportivos, Rosendo López y sus representantes, huyeron de los medios de comunicación, bajaron al sótano, entraron a un cuarto y le pesaron. Los guardias dijeron a cámaras, micrófonos y grabadoras, hasta aquí: unos metros afuera.
Vendría, entonces, otra concesión más para el nicaragüense: 113 eran las libras acordadas. No las dio. Nuevamente.
--Pesó 114 –trascendió en rumores que se multiplicaban con insistencia.
--Sí –lo confirma Sulaimán--. Pero entonces, en otro intento porque la función siguiera, se pensó en la opción de que Ricardo se pesara (en privado) y, en caso de que la diferencia fuese de más de cuatro libras, la pelea se cancelaba. Pero no: pesó 112 y eso ya está más parejo.
--Y entonces, don José, aquel avance en los reglamentos. Aquella decisión de que el pesaje se realizara un día antes para protección del boxeador... ¿No es esto un retraso?, ¿un rompimiento de las reglas?
--No. ¿Se imagina usted si el pesaje se hubiese hecho hoy mismo, en el día de la pelea, y sucede todo esto: se cae la función.
De algo estoy seguro, dice José Sulaimán:
--Rosendo tuvo miedo de enfrentar a Ricardo en su propio peso. Por eso su actitud: no le importaba nada. Tenía más bien ganas de regresar a su país.
--¿Y no es mucho exponer a Ricardo a una derrota injusta?
--Sí, estoy de acuerdo, sería una derrota injusta. Pero si Rosendo gana, no gana nada.
--Claro que sí: derrotaría al campeón.
--Pero su título no está en juego. Y sabe qué; yo pienso que esto va a ser como una versión de aquella segunda pelea entre Sugar Ray Leonard y Roberto Durán (el panameño dijo “no more”, no more” y el réferi, Richard Steele, en pleno intercambio de golpes, declaró el fin de la pelea ante el desconcierto generalizado. Después argumentaría dolores en el estómago). Eso. Así creo que va a terminar este combate.
Y Rosendo, con la autorización de su manager Roberto Garibaldi, quien le dice, “a la prensa mexicana lo que quiera”:
--Me siento muy lastimado. El perder mi título me tiene triste.
--¿Qué pasó, entonces?
--Es que la báscula que utilizamos en el cuarto nos engañó.
--Pero ni siquiera hiciste el intento por bajar el sobrepeso.
--Es que en ese momento se me cerró el cerebro y/
No más. Cuando el nicaragüense comenzaba a explicar su historia, Luis Spada, su apoderado, le jaló del brazo y prácticamente le arrastró por los pasillos del hotel; se lo llevó.
--...Señor, permítanos un minuto.
--No, tiene que descansar.
--...Un par de preguntas no le cansarán.
--Que no.
--Gracias, señor, es usted muy amable.
--Como usted se lo merece.
Ricardo, que en todo el día no bajó de su habitación, “porque se siente frustradísimo”, según cuenta Sulaimán, simplemente esperaba la hora del combate.
Del que muchos imaginaban desde ya como un cruel e injusto sacrificio.
La pelea se hace. Y todos felices.
¿Todos?
Aquí, en esta ciudad de sueños millonarios, un par de horribles lugares comunes.
El show debe continuar.
O:
Negocios son negocios.
posted by Pedro Díaz G. | 7:57 PM | 0 comments

“Estoy listo”: Finito

Dice Rosendo: me urge volver a casa...


Pedro Díaz G./ Enviado

LAS VEGAS, Nevada, 11 de noviembre.- Dentro del Night Club del hotel casino Hilton que para el mediodía convierte a sus alfombrados pasillos en un sitio de transitar constante, los dos boxeadores invictos argumentan, con plena convicción, que “esta será una pelea interesante. Disputadísima, pues lo que yo quiero es llevar a mi gente en Nicaragua un poco, solo un poquito de felicidad en estos momentos en que tanto sufre”... y: “lo único que puedo decir es que estoy listo”.
Anuncian los organismos mundiales su apoyo a la zona destruida por la naturaleza y se congratulan los púgiles. Los cinturones de campeón deberán ser ondeados, propone el nicaragüense, en honor a tantos hermanos muertos.
Rosendo Alvarez y Ricardo López son figuras principales en esta ocasión en la que el boxeo del mundo convoca a otra de sus celebraciones de alto nivel, ahora con la unificación de las coronas CMB y AMB.
Las Vegas.
El lugar en donde a todos gusta pelear, envueltos en la parafernalia que tiene en sus luces de colores el sello distintivo de la incandescencia y el éxito monetario.
Estos pequeños boxeadores no alcanzan, juntos, los cien kilogramos de peso. Y esta era, hasta antes de hoy, razón única para el desdén que los incluía en funciones en donde sólo fueron comparsa de las grandes peleas; las de peso completo, por ejemplo. No más.
Peleaban, generalmente, con la arena semivacía, e inclusive, a veces, ni la señal de televisión hacía la cobertura.
Pero ahora...
“Esto es un gran triunfo para el boxeo –dice Gonzalo López-Silvero, representante de la AMB--. Pero, sobre todo, para los peleadores latinoamericanos, ya que nuestros países producen una gran cantidad de pugilistas que, por ser de estructura biológica pequeña, no interesaban a los promotores ni al público estadounidense. Hoy han volteado la vista hacia Rosendo y Ricardo y esto habla de la calidad que poseen las categorías chicas. Y es cierto: yo he visto peleas de peso completo que son malísimas, mientras que los más pequeños logran, por su movilidad, por su técnica, verdaderas cátedras de lo que es el arte de boxear”.
--Yo pienso, sobre todo, que esto no es más que un homenaje, otro, para Ricardo López. Lo que este muchacho ha conseguido es de verdad impresionante –comenta ahora el titular de Consejo Mundial de Boxeo, José Sulaimán, que no termina de arribar a México desde la convención de Sudáfrica—pues significa que las grandes empresas promotoras confían en sus cualidades, en todo lo que ha triunfado, para poder no sólo llenar la arena sino vender el pago por evento y complacer a los aficionados. Claro, mucho tiene que ver el rival. Su calidad. Pero considero, sin duda, que este es otro récord que tendrá que apuntarse a la cuenta de Ricardo: nunca antes una pelea de peso mínimo fue designada como estelar. En Las Vegas.
Se miran de reojo apenas Ricardo (gorra negra sobre ese rostro limpio, delgado) y Rosendo (que no logra detener la mirada en un punto fijo y, de vez en vez, humedece el rostro con esas lágrimas que le recuerdan, c constantemente, el contraste con lo que sucede en su país).
No fanfarronean. Cautos, dicen respetar al rival. Y agradecen la oportunidad.
Ya lejos, dirán:
Ricardo: “Vengo preparado para todo, tanto que, inclusive, he pensado que si llego a perder podría significar, de una vez por todas, mi retiro...”
Rosendo: “...lo voy a masacrar, pues aunque ya olvidé aquella noche del 7 de marzo, donde me robaron la pelea, quiero tener algo de la gloria, mucha, que ha logrado el mexicano”.
Don King Productions y Showtime, presentan:
La revancha.
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La reunión se vuelve una especie de confesionario en donde cada uno de los elementos que integran la función tiene su turno al micrófono.
Y cada uno tiene su versión de la historia.
Christy Martin, por ejemplo, dirá que hace unos días la justicia estadounidense condenó a uno de sus amigos, “al que conozco bien, verdaderamente” por lavado de dinero y nexos con el narcotráfico, situación q ue “me tiene muy desconcentrada para enfrentar a Sumya Anani (en la preliminar que enfrenta a estas mujeres por los títulos de ambos organismos). Y no sólo eso: estoy tan molesta que el viernes no subiré enfundada en la bandera estadounidense. Serán las de México y la Gran Bretaña a las que represente, porque esa mala decisión de la justicia me hace sentir realmente avergonzada de mi propia patria”.
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"Yo quiero ser el mejor peso mínimo del mundo sin la menor duda y para eso voy a demolerlo a puñetazos”, atreve Rosendo Alvarez, un peleador que sabe que tiene las armas para vencer a quien se ha convertido en imagen ideal del boxeador moderno: ha acabado a sus rivales con su potente gancho de derecha, “que nadie puede contrarrestar”
--...Y me he olvidado del pasado y lo único que por lo que vivo es para vencer a ese ídolo en el que se ha convertido mi rival. Afortunadamente adquirí mi mejor estado físico, gracias a que la pelea se pospuso del 10 de octubre hasta ahora. Y voy a reafirmar que la primera pelea fue una victoria que me negaron".
Apodado "El Búfalo" por su fuerte pegada, Alvarez ha disputado 25 peleas, 17 de las cuales concluyeron antes del tiempo reglamentario, mientras que Ricardo López, también invicto, tiene 47 combates, 34 ganados por la vía del rival nocaut.
Rosendo quería ser beisbolista. Profesional.
--En ello soñaba cuando chico...
Pero el destino le deparó, como a tantos otros, una trama distinta. Se enroló a mediados de los ochenta en el ejército y la milicia lo llevó a conocer entonces el boxeo, de manera obligada.
--...Me di cuenta de que aquellos soldados que se metían a este deporte y que lograban triunfos, accedían a permisos que los otros no tenían: ir a casa, un fin de semana, por ejemplo. Fue por ello: por la nostalgia de la familia, por querer estar más con ellos, mis hermanos (Felipe y Ramón, ambos muertos ya, uno por accidente, el otro en el campo de batalla) y con mis hermanas (cuatro). Con mi madre. Por ello ingresé al boxeo. No por dinero. Las cosas fueron cambiando con el tiempo.
Supo Rosendo de lo que significan las situaciones extremas: no peleó, con la bayoneta al lado, pero sí visitó y abasteció las zonas devastadas por los disparos allá, cerca de la frontera con Honduras. Sabe, también, que su país se desmorona después de que un huracán le golpeó el rostro, como a toda Centroamérica, y lo dejó en un estado peor que cualquier guerra jamás imaginada.
Sabe del contraste. Camina por los lujosos andadores de los casinos y su eterno sonido de dinero fresco y observa, recuerda. Finaliza:
--...Lo que me urge es que llegue el viernes. Quiero subir, pelear, vencer, ser campeón por duplicado y regresar a casa, en donde tanto, tanto se necesita.
posted by Pedro Díaz G. | 7:27 PM | 0 comments